Vamos a seguir en la línea de la educación a nuestros hijos, o nietos, y por eso hoy os propongo que empecéis ya con una costumbre muy bonita, de toda la vida, pero que con las prisas que llevamos todos se está perdiendo.
Nieto y abuelo bullen excitados entre cajas desordenadas, serrín derramado, papeles arrugados y amarillentos, trozos de espejos y musgo. Están siempre juntos: leen cuentos, ven películas, se narran historias, juegan, pasean, rezan… cómo sólo saben hacerlo las personas que nunca dejan morir al niño que todos llevamos dentro.
“Aconsejo siempre a los padres que bauticen a sus hijos apenas nazcan. Que no dejen pasar mucho tiempo. El bautismo es un exorcismo poderoso. El bautismo expulsa al diablo. El diablo teme al bautismo".
Cualquier cristiano ha de asumir que escribir sobre los momentos que pasó Nuestro Señor en el madero de la cruz ha de suponer un ejercicio de suma veneración,
Cuaresma: tiempo de penitencia y de renovación. Quiere el Señor que nos despeguemos un poco de las cosas de la tierra y que nos volvamos a Él.
Los niños entraron alocadamente llamando a su madre. Era el comienzo de las vacaciones de Navidad.
Vamos a ver cómo ponemos nuestro granito de arena para que el hogar cada día sea un remanso de paz, para crear con el cariño un auténtico ambiente de familia y, a partir de que yo misma lo vaya intentando, me atreveré a sugerirles a ustedes algunas “cosillas”.